Todavía no teníamos toda la información sobre el terreno (topografía), pero el arquitecto, Javier de La Calzada, ya había comenzado a diseñar la vivienda.
Es increíble ver cómo, al observar la casa terminada, esos primeros dibujos, sin poder calibrar bien cómo era el terreno, se parecen tanto a la realidad.
La vivienda se iba a construir en hormigón industrializado. Llevábamos años utilizando esta solución constructiva para la mayoría de nuestras viviendas. El acabado es precioso y el proceso se controla en fábrica, lo que ahorra mucho tiempo y, sobre todo, asegura un acabado del hormigón perfecto.
Javier había planteado una vivienda integrada al terreno, de dimensiones moderadas, pero cuyo diseño generaría una sensación de amplitud grandiosa, donde el juego de volúmenes y las vistas resaltaran el valor de la arquitectura.
La filosofía era clara: una vivienda con casi todas las estancias orientadas hacia el paisaje y con un patio interior que cumpliría múltiples funciones, desde brindar una sensación de espacio, ventilar, hasta crear sombra en verano.
Dos volúmenes: el de entrada, con un estudio independiente, un enorme garaje y el acceso a la vivienda, que a través de unas escaleras desemboca en una única planta orientada hacia el paisaje y en torno a un patio.
Es en estos primeros dibujos donde el arquitecto inicia el proyecto, el sueño. Sobre estos dibujos, los demás trabajamos, ya sea a favor o en contra. Éste es el punto de partida.
